Voy y vuelvo del puto calabozo
a la intemperie, varias veces al día, pero no me quiebro. Ni siquiera me doblo.
Ellos están convencidos de que
tengo el umbral del dolor demasiado alto o de que no tengo umbral de dolor y
soy un insensible.
De madera, dicen algunos,
aunque tampoco el fuego me lastima. Entonces dicen: de metal.
Yo pienso que si me siguen
exponiendo a la intensidad de estos infiernos y paso la prueba, voy a descubrir que mi
metal no se reviene.
Ellos también notan que eso es
posible. Que no podrán convertir mis moléculas en un metal revenido.
Como me encierro en mi propia
resistencia, no saben si conviene tenerme al sol o a la sombra.
Parece que le diera lo mismo,
dicen, el frío, el fuego, la soledad, el ruido, dormir, no dormir.
Todo parece
que le diera lo mismo.
Dicen que soy una especie de
androide. Un Robocop. Dicen que soy un mutante. Dicen que no saben qué soy.
Me llevan y me traen de la jaula
de chapa, donde restalla un verano iracundo, volviéndola un horno al que es imposible
tocar con la piel.
No se explican como aguanto eso
del sol a plomo todo el tiempo sobre mí, en ese infierno metálico anclado sobre un yermo que hierve.
Debería decirles que mientras ellos
se encargan del sol, yo me encargo de la oscuridad .
(De: Back to black)
Imagen: by Mano Svanidze