Tú sabes bien que el tiempo ha conseguido
despoblar los rincones de hacer pájaros
y poblar sus desechos con tormentas
donde no vuele el día.
Apenas, en la lumbre del silencio
tu voz esculpe llamados invisibles
nocturnos y serenos, en azul,
como era azul tu último vestido
que casi no recuerdo.
Muchas veces escribo de tu nombre
lo mortal de los rojos que se apagan.
Te beso como entonces, mansamente,
y siempre despidiéndome del humo
que albergaba tu pelo.
Toco tu nombre llano
como la última música del día
en que todo recuerdo se colapsa.
Nos hemos vuelto una ecuación de solos
que nunca se resuelve
y que el tiempo prolonga por difícil.
Imagino que el cuarto estará igual
en su desorden
como esperando algo que no ocurre.
En un brazo del mar tu cuerpo flota
húmedo, atemporal
como mi mente.
Yo espero el huracán,
callado y solo
Quizás nos encontremos
siendo agua.