En resumen, se plantó con esas desmesuras de agua con las
que se expresan los tsunamis (y a veces los piscianos) y en tres o cuatro
movidas de ajedrez, ordenó el mundo, aunque antes gritó ¿tu padre?¡pues te voy
a enseñar quién es tu padre!
Paloma tiene un hermano mellizo con el que no consigo, aún,
la armonía.
Paloma es paciente, voluntariosa, tiene cosas extremas
aunque las vuelca en dos o tres palabras contundentes que hacen callar al resto
de los hombres. Incluso a mí.
Mi hija es un “arte de magia”.
Y como es analista y su espacio de fuga es cibernético, hizo
valer sus dogmas.
Hace tiempo que Paloma tiene todas mis contraseñas de sollozo. O
sea, tiene todas mis contraseñas: las del blog, las del perfil. Mis claves, en
resumen. Y debo decir que se las ganó a pulso por sí misma. Y que si, a pesar
de ganárselas, yo no se las hubiera dado, seguro que ella ya se haría con
ellas, con sus métodos de hacerse con las cosas.
En la pantalla, entonces, apareció youtube, mientras Paloma
obligaba a su hermano la permanencia frente al monitor (como a aquel de La
Naranja Mecánica).
Y por si fuera poco ya, tener ahí a su hermano, dominado por
su frondosa emocionalidad que se vuelve letal si está mal atendida, tradujo,
mientras reproducía, los videos (o los poemas de los videos, para ser más
exactos) insertando el bocadillo de: “el que dice estas cosas es tu padre”.
Luego, todo fue un gran silencio.
Ella se dedicó a subir cosas al perfil (al mío, ya que tiene las claves no las desperdicia).
Yo supe que soy absolutamente incapaz de cambiar una contraseña que
le haya confiado a mi hija.