Apendicitis crónicas (las páginas colgantes)

TEORÍA DE LA PROSA - IRRESPONSABILIDAD DEL VERSO - IMAGINACIÓN DEL ENSAYO - INCERTIDUMBRE DE LA REFLEXIÓN

Diario del psicodrama

Psico IV



Farrel dice que las medidas disciplinarias en estas circunstancias les dan una excusa para tirar todo a la mierda.
Yo le dije lo mismo a Rosa cuando los juntó en el patio y empezó a gritar. Pero solamente me da bola si las papas queman. Llegado ese punto crítico se ampara en que es mujer.
Ella puso la excusa de que cuando le gritás a un perro que te torea te le imponés.
Yo le dije que no tratábamos con perros.
Que encontrara su auto todo meado y enchastrado con mierda por adentro y por afuera no hizo mucho en favor de mi posición.


*


¿Para qué sirve mamarse?
Para no darte cuenta de la realidad.
Para sentirte bien.
Para tener más huevos.
Para que cuando llegás a tu casa te la desquites con tu familia.
Para no pensar.
Para no sentir.
Para poder dormir.
Para ser un vago.
Para dejar de pensar.
Para sentir que podés hacer más cosas.
Para darle de comer a los dueños del mini.
Para compartir.
Para ponerte pila.
Para parar de pensar.
Para desaparecer un rato.
Para ser feliz.
Para tomarlo.
Le dejé las respuestas a Farrel, porque después del quilombo en la bailanta, alguien le insinuó que estaba haciendo mal su trabajo y Farrel decidió hacer como que lo hacía.
Les dije a los pendejos cuando discutimos el tema del alcohol después de la encuesta para Farrel, que todo eso que decían debió ser el objetivo de Dionisio. “Volarse de la realidad”.
Ellos me preguntaron por qué.
- Porque Dionisio sembró el primer brote de parra en un hueso de pájaro.


*


Marta volvió con Oscar.
En su teomundo es aceptable que le pegue su macho. Mamar una pija no, “porque el Señor prohíbe esas prácticas cochinas” pero “está escrito en La Palabra que tenés que obedecer a tu marido”. “Y todas son pruebas con las que el Señor se cerciora de tu fe”.
Mirta ni cocina ni garcha ni escucha ni una mierda que tenga que ver conmigo.
Ergo, es atea.


*
Todavía hay oscuridad dentro del circo.
Romulito me trae una palangana de café mientras barre el salón. 
Acuden al descanso los fantasmas que trabajan la noche y se borran de la boca el lipstick las payasas. La sombra de su rimel de feria se les vuelve desteñida y larga. Desfilan como una friolenta procesión de culos desnudos rumbo el baño. Después salen de a uno, transformados, disimulando pelucas, lentejuelas y mierda en los bolsos. 
Acá no me hacen parada, los tiene amenazados Romulito.
 Es el único que se la aguanta abierto en la zona antes del sol, así que lo respetan, porque les permite cambiarse en el baño del bar la piel que la noche manosea. Hacen la muda a cambio de que  consuman un café por cabeza. Los últimos fantasmas alborotan como pájaros delante de las migas de pan, mientras le tiran besos a Rómulo y se van. Chillan al lanzarse hacia el sol. El aire es vidrio astillado que se me despedaza en los oídos. La resaca, una náusea sórdida que me navega adentro. Alguien que soy y no consigo ver, capitanea el vómito.
Mireya se corporiza en medio de la niebla sacudiendo la melena. Le gusta hacer alarde de que es rubio natural y eligió el nombre porque tiene una voz afónica y oscura, igual que la de un gato lastimado. Romulito siempre le pide que cante cuando faltan clientes en la calle y en el bar va quedando poca gente. 
- Te dejaste la Kawa en el mueble del pedo que tenías - me dice - el Paragua te la metió en el patio de atrás. No le habías pasado ni la linga. Tampoco te diste cuenta de que me fui - agrega como un reproche al dejarme las llaves de la moto – Andá a buscarla.
Yo me ahogo los ojos de café.


(De: Diario del psicodrama - Breves historias  - ed.  2008 )

Paisajes


Pienso en su pubis negro, frondoso, selvático.
Un triángulo espeso, la ladera de un volcán lleno de musgos calientes sobre el que nunca cae luz.
Pienso en su maraña de hebras y anillitos, como en una hierba olorosa a compos pero reseca al tacto.
Su pubis es un animal de pelo vegetal, extrañamente tupido e hirsuto, que se curva hacia un foso y derrapa en un río.
Debajo hay una gruta que oculta una sirena.


*


La boca de Caribdis tiene los labios flojos como los perros bóxer.
Flojos y arrugados, como si pertenecieran a una mueca marrón, oculta, que se muestra en contadas ocasiones de devorar perdidos Odiseos.
Protegida, Caribdis es una arruga de carne que se abre, blanda y lubricada, como el cáliz de una planta carnívora.
Chorrea miel esa boca remota.
Una miel filante, suavemente salina, como un mar pegajoso.


*


No sé que sabor tiene tu mar, pero me gusta su tacto encima de la lengua y los ruidos de tus habitantes legendarios.
Espeso, se mezcla en mi saliva, una vez y otra vez, surgiendo de la caverna como la húmeda voz de la sirena.
Para ser ciego cierro los ojos.
Y entonces, mis dedos exploran a través de ese mar, las paredes carnosas de mi muerte.


(De: Nueve escenas de sexo - Microcuentos - ed. 2008))


Diario del psicodrama




Psico II


La sarna y su perro se ovillaban delante del portón de la escuela.
Entonces salía Ramírez con la escoba, por el asunto del mal olor y el mal aspecto.
El perro se iba solamente un rato, hasta que quien se iba era Ramírez.
Rosa dejaba la oficina, cruzaba todo el patio y le ponía una bandeja de telgopor con alimento balanceado y una cazuelita de plástico de las de rotisería con agua, junto a la hoja izquierda del portón.
Al rato volvía Ramírez y veía eso.
Se iba a quejar con Rosa de que “alguien” alimentaba al perro. 
Rosa no se daba por aludida y repetía “échelo Ramírez” que era el discurso acorde con su puesto y agregaba “ es un foco de contaminación para los alumnos”. Lo hacía sentir inútil.
A mí me decía que le consiguiera un veterinario. Ella contribuía con el bolso para meter el perro adentro y transportarlo en la moto.
El camión que traía los bancos nuevos llegó temprano.
Cuando yo llegué, Ramírez estaba meta baldear la vereda.
Cuando llegó Rosa, Ramírez le avisó que ya se había deshecho del perro


*


Me crucé con el hijo de la vieja del depto 3 en el pasillo.
La vieja está internada hace varios días. Dice la del 2, que es la que la visita, que tiene un principio de neumonía.
El hijo de la del 3 se llevaba un espejo.
Había un flete en la puerta, con algunos muebles. 
Ya me había dicho Mirta que la vieja tenía un juego provenzal muy lindo, de los que no se consiguen más.
 Le pregunté por cortesía al tipo si la vieja se había muerto.
- Todavía no.


*


El kiosco de la Lucy es el único en el barrio que tiene todavía hojitas de afeitar.
Vuelvo y me encierro en el baño estrecho como una trampa.
Nunca limpio bien los restos que quedan en el lavatorio.
Así Mirta sabe que no me tiene que joder.
En la Edad Media se practicaban sangrías. En esa época pensaban que eso les sacaba el mal del cuerpo, les enseño a los guachines de la nocturna, hablando de feudo y burguesía.


(De: Diario del psicodrama - Breves historias  - ed.2008)

El mulo combatiente


En la extraña pelea ganó el mulo.


El mulo siempre gana
con sus dientes de mulo y sus coces de mulo,
sus orejas de mulo
y su capacidad de ser el único animal de carga
capaz de trepar la cordillera y no morir de angustia.


El mulo, el híbrido imperfecto, el que no es puro
pero es fuerte y tenaz,
el que se entrega al rigor 
y desafía los largos vientos blancos,
el que llevó cañones y camillas,
el que sobrevivió saltando abismos
con su tesón de burro 
y sus ágiles patas de caballo.


Abrile  a este mulo una cajita de sándalo luctuoso
donde momificar el brazo que ha quebrado.


Abrime una cajita
donde meter la sangre y la inconsciencia
y la fuerza y la fe
y la palabra que para mí es un arma
cuando me hago entender sólo escribiendo.


En el fondo
ya ves
Pandora desprestigia las cajitas humanas
donde cabe lo puro y la impudicia,
la fe fenomenal, la envidia, el deshonor
y el arte de dar vuelta un huevo frito
con una cucharita de madera.


Guardame en la cajita la victoria.
Haceme de notaria
 en mi tiempo sin próceres ni arte.


Y aquí estaré seguro.


Todos necesitamos cobijarnos
y no hay mejor lugar
que en tu costumbre mágica de verbos.





Elogio del mulo honrado - Comentario de Valentín Martín Martín - España
El mulo tiene mala prensa, al menos en mi país. Al mulo no se le reconoce lucidez alguna, aparte de su árida aportación a la creación animal. Y sin embargo la tenacidad del mulo llevando a lomos cañones o niños ha servido a la humanidad con una constancia fiel que se echa de menos muchas veces en los alazanes, tan inclinados siempre a la belleza arabesca de los alberos. La fidelidad del mulo a sus propios principios –resistir, resistir, resistir siempre- debería ser un ejemplo para la raza humana desde la que miramos al mulo con un encanto escaso.
Me gusta esta canción del mulo honrado.

La ley del gallinero



Ella dijo: Te dije que esperaras. Y después también dijo que me dijo que dijo que esperara. Pero que - como siempre - no la escucho, que hago mi voluntad, que quiebro el dogma y no sé para qué, repitió aún, para escribir esas huevadas que hacen a tus catarsis personales y que lo único que te crean son conflictos y de paso me los crean a mí. Al final, con toda esa inteligencia que tenés, no sos más que un payaso útil que juega al escritor testimonial y no sale de sus propios choques morales que le importan a él solo, porque no hacés más que recocinarte en el caldo que ya se pudrió o se secó, de tanto que lo recalentás.

Te dije que esperaras, pero vos no esperaste. Nunca esperás, ni obedecés, ni se te pasa por la cabeza que hay cosas más convenientes que otras para escribir, sobre todo en un puesto como el tuyo. Hay cosas que no se pueden escribir en un puesto como el tuyo, enterate, querido, enterate. Enterate de una puta vez de que mientras seas lo que sos, no podés ser escritor. Y si todavía querés seguir siendo escritor, ya te dije que escribieras de amor, pelotudo. Escribí de amor. Escribí de las encamadas gloriosas que tenemos, de que yo te amo y no sé ya cómo defenderte de las defenestraciones que te buscás solo por tu afán de decir la verdad cuando nadie la quiere escuchar ni acá ni en China.

Ya te lo dije. Escribí de amor, infeliz. Escribí de amor. A alguna de todas las minas que tenés la debés querer ¿no? ¿A mí, un poco? ¿A alguien?

Te lo avisé, te lo advertí, te lo ordené: Escribí de amor, tarado, tonto, escribí de amor...y todos contentos y todos tranquilos y vos seguís siendo escritor y nadie se va a fijar en si escribís una boludez más o una boludez menos.

¿Pero sabés que te pasa? No sabés escribir de amor, porque ni siquiera te querés a vos mismo. Y lo que es peor es que te sos tan fiel, que por eso escribís esas cosas que solamente sirven para crucificar lo único que sabés hacer del todo bien, que es decir la verdad.

Andate a la base y no vuelvas en seis meses.

Esa es otra cosa que sabés hacer mejor que nadie: cumplir castigos.


Fotografía de:  César Santiago Molina

Ibhuloho

Ella se puso vocación de África
porque lo escuchó amar
con voces sahauries
con el eco profundo del tam tam
sabana y hombre en el mismo símbolo
devastado de ébanos
crucial y carbonífero como una piedra lágrima
que se tiñe de sangre.


Ella se pintó el rostro.


Se destiñó los ojos sobre ese mapa negro
con todos los colores de las guerras humanas
tan femenina y verde como un óvulo
que sobre el viento busca la flor que no lo espera.


África es un proyecto de ternura
un pan inacabado
una roca domada que no nació diamante y nació río
un eco de legiones salvajes que retumban
su corazón de bestia larga y ágil,
un grito hacia lo hondo
un manantial de especies 
lo terrible.
Y todo se levanta como un verdor oceánico
de pintura de guerra y mapamundi.


África es como ella.
La tierra en pie de amor y en pie de sangre.


Guerrera, virginal aunque gastada,
dolorosa
naciente,
introspectiva,
insensata, inocente, y aunque a veces feroz,


insospechada.

Monzones en la lengua


Desde este sequedal huele el diluvio
la presencia asonante de la pena
y un plic-plic-plic de charco entre las manos
de las que escapa el agua con su otoño
se vuelve una herramienta de aleluya.

Vertiente de espejismos, partida roca tibia
por un sol sin retorno
de lejos en el agua, hay una catedral desesperada
donde sus mil campanas están rotas.

A pie desde el desierto como el viento
te arrebato las gotas de mis ríos
como un sonido íntegro a humedales y caos.

Así suena la pena entre mis dientes
que te recuerdan cuando más te olvidan
porque andan los Pegasos intentando
copular con Quimera en una torre.

Melancólica y previa como un yunque
que canta los metales de las vidas diversas
vas desde tu bolsillo a la utopía
como un credo sin fe que crea dioses.

Y yo, todo de noche en guardia
y de espantos de guardia
y de armas cargadas que hacen guardia
solo muevo mi mente
- no mis ojos -
mientras pasa, por ella, tu perfume
a los grandes monzones de la India.

Estampas del Kivu - Eyma



Serán sus ojos de estatua de madera, ojos enormes, despedazados ojos que incendian su cara o sus labios reacios, pulposos y reacios a expresar otra cosa que la condición de labios de una herida ¿irreparable? No lo sabe. No sabe tampoco si puede afirmar eso de lo irreparable de las cosas después de tanto ejercitar la resiliencia.

Yo debería saberlo, piensa y vuelve los ojos a los ojos que pasan por la vida abrochándose a ella como hojas de un legajo suelto, la negrita no mira, piensa, no ve, observa el universo desde el lugar del no pertenecer, entonces, todo es esa rígida, autista indiferencia teñida de un sabor tan negro como la piel en la que habita y el silencio negro que envuelve lo negro que le toca en esa tarde en que lo único gordo del Congo son los buitres, piensa, los buitres, los gallinazos, como les dice Huarky cuando se aburre y hace puntería sobre las malas aves y va muda ahí dejando sus cadáveres atrás, lejos de esa ruta de tierra por la que el camión avanza a barquinazos, entre esos hombres que la miran sin codicia, la miran como si se hubieran robado un ídolo de ébano y lo estuvieran custodiando con religiosa reverencia, todos van mudos porque todos han dejado atrás cadáveres de niños soldado que harán desaparecer los gallinazos y los bichos que huyen hambreados del estruendo con que avanza la muerte por lo verde.

Uno se acostumbra, piensa y después piensa que igual le pasa algo adentro cuando acierta en el blanco y al llegar a recoger las armas halla un niño. Irreparable o no, halla un niño y traga muchas cosas con los ojos y con la garganta y se amuralla y dice “go” o “iâla, iâla” y arrea o no arrea a los demás, y por esa independencia que tienen los sentidos entre sí, alcanza a oler perfumes, tierra, lluvia, árboles maravillosos y oleadas a podredumbre de cadáveres ya esparcidos más lejos en algún punto del por allí entre las pajas altas al que sus ojos no acceden pero su olfato sí y luego, escucha pájaros.

Hasta la vista, beibi



Me divierte en el fondo esa categorización que hace la gente sobre si uno se está poniendo neurótico o es una falla de fábrica.

Tarde piaste, pajarito, si ahora te das cuenta de que el tipo era un loco de la guerra y no precisamente de Malvinas, aunque Malvinas también contribuyera con su aporte de cuota a mi locura.

La mayor parte del tiempo de mi vida hice lo que quise. 

Al final, decirlo suena además de lujoso, pedante. Pero eso no le quita su peso de verdad. 

Soy lo que hice de mí. Ese monstruo cetrino que no es ni alto ni bajo ni gordo ni flaco ni viejo ni joven  y que todavía se sostiene en pie, pese a sus ruinas, con la famélica obstinación de lo arraigado por absorber de la tierra los nutrientes.

Eso soy yo. Mi propio psicoámbito al que no tienen acceso mormones ni mamones. Tampoco la CIA ni los mimosos suburbios que algunos ponen a prueba con los débiles para llevarlos hasta la telaraña de sus tetas del alma y entretenerse un rato.

Soy inmune al éxito y también al fracaso. Hago lo que tengo que hacer, tratando de evitar daños colaterales, aunque a veces confieso que me gusta despedazar imbéciles corderos con todas estas ansias de lobo gris en medio de la nieve.

Hay gente que mejor si no está viva, a pesar de ese designio superior que le otorgó la inexplicable condición de nacer donde no hace pito de falta y solo estorba los demás nacimientos necesarios.

El CCleaner y yo nos parecemos.

Arreamos con archivos defectuosos, atados a su temporalidad. Hay que tunnear la vida cada tanto, porque si no se llena de pelusa y memorias corruptas y accesos que no existen.

Trato de edificar mi dulcedumbre para entrar en el bando de los buenos.

¿Porque soy bueno?

 No.

Porque tanta dulzura lo único que crea son gusanos, cuando el enjambre de moscas desova sobre el mundo. Y es todo un placer mayor el matar moscas, hasta siete de un golpe, lo mismo que en el cuento.

Separación de bienes

No estaba en el destino de tu nombre.

El no poeta era un engendro cáustico
lejano al lagrimeo y al vitriolo
y por qué no
al ángel de amatista.

No estaba hecho de bocas religiosas
ni de estupefacientes relumbrantes
ni de Prozac
ni estaba hecho de sueños a medio diferir.

Era un orgasmo brusco sobre un púlpito
y una feroz impronta de mordiscos.

No estaba en el destino de tu nombre
ese tipo de a pie
con buitres en el hombro y cuervos genitales
que abarcaba la sombra y la guadaña,
el esputo y el vómito,
la mierda natural de este gran mundo.

No estaba en el destino
siquiera de tus cartas ni de tu bacarat
ni de tus otros nombres masculinos
mordisqueados a ciegas y en silencio.

Nació de las especies más suicidas
con que tus venas eligieron pánico.
Llegó con la navaja a flor de ausencia
y los brazos deshechos de sollozos.

No estaba en el destino de tu cumbre
y te llevó
asida por los pelos
a tu viaje iniciático de abismo.

Ahora si te muerde o si te implora
o si se hace modesto o revulsivo
es apenas un pálido puñal
que vibra, irrepetible, entre tus sienes.

Feel


Antes de darlo y cuando ya lo ha dado, uno sabe que el paso es algo irremediable. Pero lo da de la misma manera en que siente el peso del cuchillo y su hoja, cuando va a defenderse sin ruido en la negrura.

Entonces corta. Abre camino y corta porque esa es su misión o su objetivo. A veces, hasta su compulsión.

Uno da el paso de decir la verdad y se libera, siente como se cae la mochila desde adentro del vicio de sujetarla hasta quedar doblado y de repente, regresa, sin ese peso hondo, a caminar erguido.

Luego, una vez que ya se ha dado el paso, ordenado el tablero y vaciado la escarcha, cuando el otro nos ve como un cristal que acaba de romper un grito fáctico, cuando el otro dirime que estamos en una intemperie que desconocemos porque nos hemos roto y renacido más allá de nuestra carne viva, queda así, estupefacto. Y prefiere alejarse de aquello en lo que se refleja extrañamente, como en un charco a medio coagular y que él mismo ha provocado.

La verdad es parecida a la voladura de un puente. 


La verdad, en este caso, es parecida a la voladura del único puente que podía acercar dos soledades destinadas a no entenderse nunca. 

(De: Hojas de sombra)

Participan en este sitio sólo escasas mentes amplias

Uno mismo

En tu cuarto hay un pájaro (de Pájaros de Ionit)

Un video de Mirella Santoro

SER ISRAELÍ ES UN ORGULLO, JAMÁS UNA VERGÜENZA

Sencillamente saber lo que se es. Sencillamente saber lo que se hace. A pesar del mundo, saber lo que se es y saber lo que se hace, en el orgullo del silencio.

Valor de la palabra

Hombres dignos se buscan. Por favor, dar un paso adelante.

No a mi costado. En mí.

Poema de Morgana de Palacios - Videomontaje de Isabel Reyes

Historia viva - ¿Tanto van a chillar por un spot publicitario?

Las Malvinas fueron, son y serán argentinas mientras haya un argentino para nombrarlas.
El hundimiento del buque escuela Crucero Ara General Belgrano, fue un crimen de guerra que aún continúa sin condena.

Porque la buena amistad también es amor.

Asombro de lo sombrío

Memoria AMIA

Sólo el amor - Silvio Rodríguez

Aves migrantes

Registrados... y publicados, además.

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Feria del Libro de Jerusalem - 2013

Feria del Libro de Jerusalem - 2013
Café literario - Centro de convenciones de Jerusalem

Acto de fe

Necesito perdonar a los que te odiaron y ofendieron a vos. Ya cargo demasiado odio contra los que dijeron que me amaban a mí.

Irse muriendo (lástima que el reportaje sea de Víctor Hugo Morales)

Hubo algo de eso de quedarse petrificado, cuando vi este video. Así, petrificado como en las películas en las que el protagonista se mira al espejo y aparece otro, que también es él o un calco de él o él es ese otro al que mira y lo mira, en un espejo que no tiene vueltas. Y realmente me agarré tal trauma de verme ahí a los dieciseis años, con la cara de otro que repetía lo que yo dije tal y como yo lo dije cuarenta años antes, que me superó el ataque de sollozos de esos que uno no mide. Cómo habrá sido, que mi asistente entró corriendo asustado, preguntándome si estaba teniendo un infarto. A mi edad, haber sido ese pendejo y ser este hombre, es un descubrimiento pavoroso, porque sé, fehacientemente, que morí en alguna parte del trayecto.

Poema 2



"Empapado de abejas
en el viento asediado de vacío
vivo como una rama,
y en medio de enemigos sonrientes
mis manos tejen la leyenda,
crean el mundo espléndido,
esa vela tendida."

Julio Cortázar

Mis viejos libros, cuando usaba otro seudónimo y ganaba concursos.

Mis viejos libros, cuando usaba otro seudónimo y ganaba concursos.
1a. edición - bilingüe