Hémato - poiésico
Dentro de este lugar el silencio es un inmensurable eco que se hace maquinalmente pulcro en los rincones y ambiguo y anchuroso mientras flota pegado sobre el aire.
La elección de hacer las cosas sucias me está permitida en el contexto de la desolación, como a la luz se le ha concedido volverse magia refractando en un prisma.
Se ausentaron las moscas y los peces son gotas de alabastro panza arriba, o redondeles de mecurio cósmico, enredado en el moho de un agua podrida por cadáveres.
Me lavo los pies en ese charco quieto, donde la bruma verde se ha adherido a la cárcel del vidrio y el olor a abandono trepa todos sus muertos a mi olfato.
Dejé morir los peces del demiurgo como murió la luz cuando trabé con maderas las ventanas que siempre dan al viento y abandoné las plantas a un desierto cerrado hecho todo de muebles y sin sol.
Profano los recuerdos como un bárbaro.
Dentro de la pecera caen lágrimas.
*
Sólo esta vacuidad.
Sólo este ambiguo soporte de destrezas.
Y el olor del poleo, el romero, la menta y tanta
manzanilla que empalaga.
Sólo la soledad.
Sólo lo que está solo en un paisaje solo en el que soy el
solo que existe solamente después de haber volado a 250 km por hora.
Hacerme viento.
Hacerme Sinaí.
Sólo desierto.
(De: Poiesis)