Apendicitis crónicas (las páginas colgantes)

TEORÍA DE LA PROSA - IRRESPONSABILIDAD DEL VERSO - IMAGINACIÓN DEL ENSAYO - INCERTIDUMBRE DE LA REFLEXIÓN

Nagorno Karabaj



Para Pichón

Fui muchacho una vez y tuve un hermano, menor, sensible y caprichoso, voraz y consentido, con el que yo peleaba mansamente.

Tenía privilegios sobre mí. Privilegios que yo mismo le daba, porque sabía de su corazón de cristalero. Siempre me dieron escalofrío los cristales rotos. Son transparentes, cortantes, invisibles, como algunas tragedias de la vida.

Mi hermano y yo peleábamos por cosas diminutas. Peleábamos sin celos, sin envidias, reclamando atención uno del otro como un lenguaje que no tiene idioma y se expresa con gestos. Peleábamos para sabernos importantes en el otro que también nos peleaba.

A él no le gustaba mi perfume sin marca y a mí me molestaban sus camisas Dior.
Éramos diferentes en las formas.

Él era alto, elegante y corpulento. Y yo flaco, esmirriado y anodino. Pese a que ambos estudiamos mucho, él era culto y yo barriobajero, él era un animal de librería y yo un ratón de biblioteca pública.

Diferíamos también en las palabras con las que escribíamos. Él pensaba que todo era de pájaros. Yo pienso que los únicos pájaros son cuervos.

Cuando estaba muy furioso conmigo por pequeñas minucias irrisorias, mi hermano me mandaba al Congo.
Cuando no podía contener mi enojo por las mismas minucias, literalmente yo viajaba al Congo.

En tiempos de mi hermano, esos tiempos de las cosas mágicas que a un escritor le gusta imaginar, el Congo era sinónimo de África. Y yo, en realidad, viajaba al África, como poniendo una tregua continental que apaciguara el mar de nuestro mundo. Entonces empezábamos a extrañarnos, como eso que es ausencia a nuestro lado.

A los dos nos gustaban los vocablos que inducen ensoñaciones, las palabras extrañas que sueltan su sabor sobre la lengua, los cuentos de piratas de Salgari y esa costumbre de tener un prójimo al que darle una mano.

Éramos hermanos para todo, como dos mundos que se complementan en un mismo y fecundo movimiento.

El era musulmán. Yo soy judío. Fue por lo único que jamás peleamos.

(De: Psicoámbitos)

Participan en este sitio sólo escasas mentes amplias

Uno mismo

En tu cuarto hay un pájaro (de Pájaros de Ionit)

Un video de Mirella Santoro

SER ISRAELÍ ES UN ORGULLO, JAMÁS UNA VERGÜENZA

Sencillamente saber lo que se es. Sencillamente saber lo que se hace. A pesar del mundo, saber lo que se es y saber lo que se hace, en el orgullo del silencio.

Valor de la palabra

Hombres dignos se buscan. Por favor, dar un paso adelante.

No a mi costado. En mí.

Poema de Morgana de Palacios - Videomontaje de Isabel Reyes

Historia viva - ¿Tanto van a chillar por un spot publicitario?

Las Malvinas fueron, son y serán argentinas mientras haya un argentino para nombrarlas.
El hundimiento del buque escuela Crucero Ara General Belgrano, fue un crimen de guerra que aún continúa sin condena.

Porque la buena amistad también es amor.

Asombro de lo sombrío

Memoria AMIA

Sólo el amor - Silvio Rodríguez

Aves migrantes

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Feria del Libro de Jerusalem - 2013

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Café literario - Centro de convenciones de Jerusalem

Acto de fe

Necesito perdonar a los que te odiaron y ofendieron a vos. Ya cargo demasiado odio contra los que dijeron que me amaban a mí.

Irse muriendo (lástima que el reportaje sea de Víctor Hugo Morales)

Hubo algo de eso de quedarse petrificado, cuando vi este video. Así, petrificado como en las películas en las que el protagonista se mira al espejo y aparece otro, que también es él o un calco de él o él es ese otro al que mira y lo mira, en un espejo que no tiene vueltas. Y realmente me agarré tal trauma de verme ahí a los dieciseis años, con la cara de otro que repetía lo que yo dije tal y como yo lo dije cuarenta años antes, que me superó el ataque de sollozos de esos que uno no mide. Cómo habrá sido, que mi asistente entró corriendo asustado, preguntándome si estaba teniendo un infarto. A mi edad, haber sido ese pendejo y ser este hombre, es un descubrimiento pavoroso, porque sé, fehacientemente, que morí en alguna parte del trayecto.

Poema 2



"Empapado de abejas
en el viento asediado de vacío
vivo como una rama,
y en medio de enemigos sonrientes
mis manos tejen la leyenda,
crean el mundo espléndido,
esa vela tendida."

Julio Cortázar

Mis viejos libros, cuando usaba otro seudónimo y ganaba concursos.

Mis viejos libros, cuando usaba otro seudónimo y ganaba concursos.
1a. edición - bilingüe