“A veces las cosas se descubren sin asombro. Suceden en el tiempo en que deben suceder y lo verdaderamente asombroso es que no sucedieran antes; entonces, no hay ese asombro ingenuo que nos otorga lo imprevisible. Lo que sucede es lo que se esperó que aconteciera, incluso cuando es a destiempo. Llega como algo necesario, ineludible.
Así son los ciclos”.
—Además —le digo a Benedict— si estamos compenetrados con nuestro proceder interior, nos tornamos previsibles para nosotros mismos. Sabemos que lo que tiene que ocurrir, ocurrirá. Todo es cuestión de tiempo.
“Las resoluciones están ahí. Están agazapadas dentro de nosotros. Son consecuencia de cada geografía íntima y de su erosión. También nuestro interior es un ecosistema que se define y modifica conforme avanzan la vida y el tiempo sobre él”.
—Sobrevivir es adaptarse. Vencer es adaptarse. Irse, dejar algo que nos fue importante en su momento… también es adaptarse y avanzar —consuelo a Benedict aunque sé que él también está consciente de lo que explico—Tarde o temprano, todo aburre, todo cansa, todo harta si no se modifica y a veces no dependen de nosotros esas modificaciones. Es el sistema en el que estamos inmersos –y que no da para más– lo que acaba por bloquearnos la libido.
“Tomar distancia ayuda a comprender porque el punto de inflexión se ve solamente si uno está lejos de él. Dentro de él sólo se ve la espira que se revuelve sobre sí en todas sus concéntricas similitudes. Ni más ni menos que una prisión, que, aunque tenga grandes espacios recreativos, no deja de ser una prisión. La libertad siempre está del otro lado del muro”.
—El vértigo en el que te satisface vivir, también es una prisión. —sentencia Benedict, con su piadosa crueldad de manso y se queda allí, en el espejo, contento de lo dicho, porque esta vez soy yo el que se va de ahí.
A veces siento un profundo deseo de escupir en su sonrisa.
(De: Sensación de moebius)
Imagen by Jason Bassett