Otro 18 de febrero
Es casi una paradoja. Una paradoja extraordinaria que devuelve un valor insospechado a los símbolos viejos y a las viejas promesas y a aquellos ideales con los que nos mirábamos los ojos. Nos hacía sonreír la fuerza que teníamos para confiar en esos ideales y en nosotros. Yo en vos y vos en mí y ambos en los sueños y su fuerza.
¿Quién lo diría, hermano?
Te pienso hoy que por fin me puedo parar sobre mis pies y avanza por mi piel el día de tu muerte en otro descomunal aniversario. Me curé tan despacio de tu huida que todavía sigo
herido, rascándome las cáscaras en la imposición de que jamás se hagan cicatriz.
herido, rascándome las cáscaras en la imposición de que jamás se hagan cicatriz.
Me dolés tanto, tanto, tanto, todavía.
Me supurás el corazón y el alma y sin embargo, ya ves, en el aniversario de tu muerte a mí me dieron por resucitado. O yo quise resucitar para seguir, siempre para seguir,porque es preciso no bajar los brazos, aquellos brazos jóvenes de entonces que arreglaban todo el mundo a pulso como hacheros de derribar problemas para que se alcen casas.
Yo sigo acá, territorialmente terrestre. Quiero quedarme con los hombres y sus injusticias y
sus raras justicias y sus luchas y todos mis fracasos que no pueden vencer a mis cuatro victorias.
sus raras justicias y sus luchas y todos mis fracasos que no pueden vencer a mis cuatro victorias.
No me fui y te aseguro que me iba, pero peleé lo que vos no peleaste por quedarte.
Siempre fui el más tozudo. Pero no me arrepiento.
¿Sabés, Pumita? Me gusta estar acá…y voy a estar hasta caerme muerto. Menos mal que fuiste vos el que me dejó solo con todas las consignas. No sé que desastre natural hubiera
sido justo lo contrario.
sido justo lo contrario.
En el día en que te fuiste, yo volví.
Seguimos siendo la misma contingencia inseparable.