Apendicitis crónicas (las páginas colgantes)

TEORÍA DE LA PROSA - IRRESPONSABILIDAD DEL VERSO - IMAGINACIÓN DEL ENSAYO - INCERTIDUMBRE DE LA REFLEXIÓN

Frecuencias

 


El silencio no resuelve el caos. Solamente es silencio.

El silencio es como un presagio, una mano que envuelve el corazón como a veces las telas de araña envuelven el rostro de alguien que avanza por la jungla.

También, el silencio es un lugar: el del refugio. Allí, en esa falta de sonido interior en que uno se recluye para estar a solas, ocurren las decisiones y la paz, el alboroto íntimo que provoca la acción cede su territorio a la claridad de lo reconocible.

Reivinidico y vivifico el silencio como un modo de ser y de sentir y por qué no, como un modo de relacionarme con lo externo, esa cáscara violenta que suele envolver algunas vidas.

En el silencio me dejo estar como cuando echo el ancla del velero y lo abandono a la suavidad de su borneo, mientras estoy ahí, marítimo y coptado por la esencia de la infinitud.

Tanto el mar como el cielo ofrecen ese profundo ámbito finitamente poético en el que se puede descansar como si, por fin, uno se hubiera muerto.



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Entre los extraños méritos que tiene el castigo, está el de permitirme un momento de descanso. Empleo ese momento en lo que se me da la gana. Nadie me manda en ese momento ni agrega castigo al castigo, así que juego al fútbol con los niños en la parte de atrás del hospital.

Los niños edifican no solo a los hombres, sino a la vida misma, porque esas pequeñas resiliencias que gritan, corren y disfrutan, conforman todo el oxígeno de este mal planeta asfixiante, hecho con ruinas y con hombres en ruinas.

Juego con los niños y los que pasan nos observan jugar. Permanecen un instante mirándonos, como si sus ocupaciones dentro del hospital pudieran ser postergadas solo para permitirse ese momento de respiración limpia.

Algunos se quedan y toman partido por nuestros equipos. Luego, recuerdan sus cosas por hacer. Otros, también se unen. Intervienen como superpuestos a una secuencia en una película.

Son momentos. Mi comandante no me los prohíbe pese a estar castigado, porque sus castigos tienen esa sencilla parte de blandura que me habilita a actuar si acaso eso es preciso.

Los niños alborotan y ríen. Corren, disputan y disfrutan.

Los hombres, también lo hacemos a su par, con esa liviandad de los pájaros que aún sobrevuelan los escombros.

Los niños de la guerra no dejan de ser niños.

Los hombres, en los momentos de las treguas, darían lo que fuera por ser niños.

(Fragmentos de: Posición de combate)

 

Participan en este sitio sólo escasas mentes amplias

Uno mismo

En tu cuarto hay un pájaro (de Pájaros de Ionit)

Un video de Mirella Santoro

SER ISRAELÍ ES UN ORGULLO, JAMÁS UNA VERGÜENZA

Sencillamente saber lo que se es. Sencillamente saber lo que se hace. A pesar del mundo, saber lo que se es y saber lo que se hace, en el orgullo del silencio.

Valor de la palabra

Hombres dignos se buscan. Por favor, dar un paso adelante.

No a mi costado. En mí.

Poema de Morgana de Palacios - Videomontaje de Isabel Reyes

Historia viva - ¿Tanto van a chillar por un spot publicitario?

Las Malvinas fueron, son y serán argentinas mientras haya un argentino para nombrarlas.
El hundimiento del buque escuela Crucero Ara General Belgrano, fue un crimen de guerra que aún continúa sin condena.

Porque la buena amistad también es amor.

Asombro de lo sombrío

Memoria AMIA

Sólo el amor - Silvio Rodríguez

Aves migrantes

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Feria del Libro de Jerusalem - 2013

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Café literario - Centro de convenciones de Jerusalem

Acto de fe

Necesito perdonar a los que te odiaron y ofendieron a vos. Ya cargo demasiado odio contra los que dijeron que me amaban a mí.

Irse muriendo (lástima que el reportaje sea de Víctor Hugo Morales)

Hubo algo de eso de quedarse petrificado, cuando vi este video. Así, petrificado como en las películas en las que el protagonista se mira al espejo y aparece otro, que también es él o un calco de él o él es ese otro al que mira y lo mira, en un espejo que no tiene vueltas. Y realmente me agarré tal trauma de verme ahí a los dieciseis años, con la cara de otro que repetía lo que yo dije tal y como yo lo dije cuarenta años antes, que me superó el ataque de sollozos de esos que uno no mide. Cómo habrá sido, que mi asistente entró corriendo asustado, preguntándome si estaba teniendo un infarto. A mi edad, haber sido ese pendejo y ser este hombre, es un descubrimiento pavoroso, porque sé, fehacientemente, que morí en alguna parte del trayecto.

Poema 2



"Empapado de abejas
en el viento asediado de vacío
vivo como una rama,
y en medio de enemigos sonrientes
mis manos tejen la leyenda,
crean el mundo espléndido,
esa vela tendida."

Julio Cortázar

Mis viejos libros, cuando usaba otro seudónimo y ganaba concursos.

Mis viejos libros, cuando usaba otro seudónimo y ganaba concursos.
1a. edición - bilingüe