Apendicitis crónicas (las páginas colgantes)

TEORÍA DE LA PROSA - IRRESPONSABILIDAD DEL VERSO - IMAGINACIÓN DEL ENSAYO - INCERTIDUMBRE DE LA REFLEXIÓN

Sin manual de crianza




Esas malas maneras que tenemos los parias

Y entonces fue que le dije: Vos podés manejar a tu madre, a tu abuela, a tu hermana, a… Shimon (porque no sé qué es Shimon de Amadî ni qué pariente sería de Amadî el segundo hijo de su hermano ¿Su sobrino?.. ¿Un sobrino tres o cuatro años mayor que él?.. pongamos tres pero sobrino al fin). Y agregué: a todos ellos quizás los puedas manejar pero a mí, NO (lo dije con mayúsculas así que lo escribo con mayúsculas), sencillamente porque YO (también dicho con mayúsculas y a fin de que quede aclarado y que se entienda) soy tu PADRE (terceras mayúsculas de énfasis).

En cualquier sociedad humana, la autoridad del padre es una autoridad indiscutible. (Invito al que disienta a que se aboque al estudio de cuanta cultura hay en este planeta).
El padre. Una figura controversial y terrible. Una figura territorial que se identifica en cualquier cultura por marcar los territorios de su núcleo y enseñar a respetar la ley del clan (hablo de los buenos padres, porque engendros, que los hay, haylos y muchos y podría hasta decir “cada vez más”).

Entonces Amadî bajó los ojos y yo dije: Lo que estás haciendo, está mal. Las cosas se consiguen con inteligencia, no con gritería, no con llanto. Nunca con escenas, siempre con inteligencia. Si me hacés una escena como la que le hiciste a tu madre, no solamente cago un sopapo (no perder de vista que es una escena entre dos machos de la misma especie y para los que no lo entiendan, explicaré lo siguiente, aterisco mediante:*), sino que además, te vas a tu habitación a pensar y quiero las conclusiones por escrito.  “Por escrito” ¿entendiste? Quiero que me expliques detalladamente por qué vos pensás que tenés razón en tal y tal tema. La razón se justifica. El capricho se teatraliza y por eso asusta. Pero una razón bien justificada asusta más que cualquier capricho. Quiero “tus razones”, no tus gritos ni tus pataleos ni tus lágrimas ni tus escenas. Tus razones. Dame razones porque yo ESCUCHO  RAZONES (también todo en mayúsculas).

Amadî escribió una serie de razones que me hicieron llorar porque eran mis mismas razones a su edad.

La diferencia entre él y yo es que yo no tuve una familia que sacara la cara por mí ni aún teniendo yo razón. Yo aprendí a defenderme solo y ahora estoy en la disyuntiva de si tengo que defenderlo como un padre occidental, matar por él que es lo que realmente siento que debo hacer o debo escuchar la voz de Kioni cuando me decía: Tiene que hacerse fuerte porque no solamente es un hombre. Es un hombre negro y además, africano. Por fuerza debe hacerse fuerte en el rigor, aunque ese rigor sea injusticia.

Creo que yo también tengo que encerrarme a escribir una lista de razones, porque se me ha quemado la pedagogía y el corazón entiende poco y nada de sentido común, así que peligrosamente me inclino a matar por mi hijo.

*Cuando se observa a los leones machos, por ejemplo, se los ve jugar con sus cachorros. Los cachorros, como buenos cachorros, muchas veces se ponen muy pero muy pesados ¿Qué hace el padre? Los muerde. Los muerde suavemente, porque si los mordiera de verdad, los partiría en dos. Los aprieta con la boca, como un “hasta acá la cosa”.
La Naturaleza es así, funciona con esas leyes. Y a mí no me vengan con la civilización y toda la huevada, porque si el hombre se rigiera por lo que predica, no habría niños muriendo de hambre, no habría niños durmiendo en las calles, no habría niños esclavos, niños vendidos para tráfico sexual, niños soldado y todo lo demás. El hombre no protege a sus crías. De ahí, esta humanidad.


Puerto seguro






El niño está encargado de cuidar a otros, más pequeños. Los tiene a su alrededor y les cuenta historias que los distraen suavemente del desastre.

El niño narrador hace gestos con sus manos, cambia la voz de acuerdo al personaje del que habla, hace ademanes teatrales, a veces sorpresivos, que alborotan al corro que lo escucha.

La corresponsal de la BBC le toma fotografías. Sonríe mientras hace esos retratos de niños que oyen cuentos. Enfoca bocas entreabiertas y asombradas, ansiosos ojos grandes, sonrisas en dispares estados de dentición.

Hay niños de todas las edades rodeando al niño narrador.

Por fuera de ese pequeño ámbito ilusorio, los hombres se mueven dentro de la tragedia. Siguen tratando de rearmar el mundo. 

Las mujeres tienen prohibido salir del perímetro para conseguir leña. Trabajan con los hombres en la reconstrucción. Todos usan los materiales rescatados y los que no están demasiado arruinados todavía. Los apilan, los revisan, los seleccionan con cuidado. Luego los transforman en casas.

La corresponsal de las BBC las inmortaliza en una serie de documentos fotográficos. Mujeres de ropajes coloridos, cubiertas por telas que parecen un festival de arte, revolviendo lo que queda de una aldea quemada.

Hay algunas pocas vacas esqueléticas que caminan también entre los restos. Vacas y cabras. Vagan como perdidas a sus dueños, sonámbulas y espantadizas. Como las mujeres, tampoco pueden salir fuera del cerco.

La corresponsal de la BBC las captura con su cámara. Captura sus ojos atónitos y mansos, que se detienen a mirarla. Captura sus flancos huesudos y su pellejo magro. Se pregunta cómo pueden sostener el peso de los largos cuernos que exhiben sus cabezas calavéricas.

La impaciencia de la cámara recorre aquel espacio múltiple. Ahora retrata a los hombres armados, polvorientos, transpirados y alertas, que hacen guardia en puntos estratégicos.
Retrata al médico joven sentado a su pequeña mesa de consulta. Retrata su larga fila de pacientes. Hombres y mujeres que llevan muchos niños en brazos. Retrata a la enfermera que asiste el pesaje de los niños. Retrata a los niños, colocados en una balanza romana, como una bolsa con frutas de mercado se pesa en un platillo que pende de una improvisada tirantería de caño.

El lente de la cámara regresa al niño narrador. 

Repentinamente todos los niños corren. Algo sucede fuera del ángulo de la toma que solamente capta ese darse a la fuga de los niños del corro.

La corresponsal de la BBC baja la cámara y observa el claro donde ahora los niños se reúnen y gritan y corren.

El Mayor ha conseguido una pelota. Ha rescatado una pelota en el desastre.

La corresponsal toma una foto del partido de fútbol en que los niños juegan con los hombres armados.

Todos ríen.

Es un momento de inmortal felicidad el de esa foto.

Rajel, entonces, llora.

(De: Caída de las patrias)

Participan en este sitio sólo escasas mentes amplias

Uno mismo

En tu cuarto hay un pájaro (de Pájaros de Ionit)

Un video de Mirella Santoro

SER ISRAELÍ ES UN ORGULLO, JAMÁS UNA VERGÜENZA

Sencillamente saber lo que se es. Sencillamente saber lo que se hace. A pesar del mundo, saber lo que se es y saber lo que se hace, en el orgullo del silencio.

Valor de la palabra

Hombres dignos se buscan. Por favor, dar un paso adelante.

No a mi costado. En mí.

Poema de Morgana de Palacios - Videomontaje de Isabel Reyes

Historia viva - ¿Tanto van a chillar por un spot publicitario?

Las Malvinas fueron, son y serán argentinas mientras haya un argentino para nombrarlas.
El hundimiento del buque escuela Crucero Ara General Belgrano, fue un crimen de guerra que aún continúa sin condena.

Porque la buena amistad también es amor.

Asombro de lo sombrío

Memoria AMIA

Sólo el amor - Silvio Rodríguez

Aves migrantes

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Feria del Libro de Jerusalem - 2013

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Café literario - Centro de convenciones de Jerusalem

Acto de fe

Necesito perdonar a los que te odiaron y ofendieron a vos. Ya cargo demasiado odio contra los que dijeron que me amaban a mí.

Irse muriendo (lástima que el reportaje sea de Víctor Hugo Morales)

Hubo algo de eso de quedarse petrificado, cuando vi este video. Así, petrificado como en las películas en las que el protagonista se mira al espejo y aparece otro, que también es él o un calco de él o él es ese otro al que mira y lo mira, en un espejo que no tiene vueltas. Y realmente me agarré tal trauma de verme ahí a los dieciseis años, con la cara de otro que repetía lo que yo dije tal y como yo lo dije cuarenta años antes, que me superó el ataque de sollozos de esos que uno no mide. Cómo habrá sido, que mi asistente entró corriendo asustado, preguntándome si estaba teniendo un infarto. A mi edad, haber sido ese pendejo y ser este hombre, es un descubrimiento pavoroso, porque sé, fehacientemente, que morí en alguna parte del trayecto.

Poema 2



"Empapado de abejas
en el viento asediado de vacío
vivo como una rama,
y en medio de enemigos sonrientes
mis manos tejen la leyenda,
crean el mundo espléndido,
esa vela tendida."

Julio Cortázar

Mis viejos libros, cuando usaba otro seudónimo y ganaba concursos.

Mis viejos libros, cuando usaba otro seudónimo y ganaba concursos.
1a. edición - bilingüe