א
Ven a mí, animal
descoyuntado,
ven
con tu lengua rota
y tu saliva de filante
acidez
y tus viejos
escrúpulos que convulsivan
hartos de los
placebos.
Ven a mí, animal a
pedazos
rajado como el búcaro
del poema
y desaguado con
desorden
igual que un desván
antes de una mudanza
ocupado con las cosas
más púdicas
ahora ofrecidas en una
venta de garaje.
Acércate a todos mis
cuchillos de acariciar.
Acércate a todos mis
dientes de despedazar.
Acércate a tu muerte
pasivo
ovejuno
flácido como un guante
de cirujano
sin la mano que opera
untado en tantas
sangres
que nacen ADNs de
monstruos
de tus dedos en acto
de silencio.
Acércate como los
niños felices
y las amantes calientes
y las madres que
corren hacia sus hijos muertos.
Se imprudente una vez
y dejate vivir como
una planta arrancada
ב
Recupero el tesón como
una columna
que late
como un alud
que estremece
como el fondo de los
barros.
El deslave está cerca
de la puerta
donde las marionetas
se agazapan con trajes de salir
y hay bocas humeantes
y vaginas secas
y partos prematuros
llenos de fetos
muertos para el Carnaval.
La música del baile me
refriega los ojos
con sonrisa de simio
que chilla
un bosquejo de voz
y hace gestos que
ríen.
Todo es un sordo
estímulo
un dolor en el pubis
un orgasmo que seca la
saliva que espuma
un hábito del asco
consensuado
mientras ocurre el
grito
que
no
ocurre
en el patético espacio
de los cómodos
que no abrirán la boca
mas que para comerse
la verdad.
ג
Trabada en las
costillas
la costumbre de
respirar se entumece.
La vocación por la voz
se va ahogando
como un enfermo
pulmonar
con flemas verdes que
se pegotean
al espacio sonoro
y lo traicionan como a
un ámbito inhabitable.
La flexión de la voz
apaña lo rebelde
y lo arrincona
como se arrinconan los
susurros de los memoriosos
y los secretos de los
cómplices.
El ritual de calla se
solidifica
en esa mirada que
tienen las estatuas romanas
y los cadáveres a los
que nadie les cerró los ojos.
Lo que no se dice
parece no existir.
Y lo que se dice no es
cierto
como siempre.
ד
Luego escucho esa
forma de voracidad
actualizando verbos
que se desparraman
como semillas rotas sin germen
como una necesidad de molino
o de fertilidad.
Insustancial en la
locuacidad de sus inventos
el escenógrafo teje;
es una araña flaca y
toda hambrienta
de mosquitas
complacientes
muertas
como son las mosquitas
que saben como jugar a
no ser moscas
mientras también se
transforman en arañas
a su modo.
Los techos están
llenos de disfraces
y de luces rotas
y la vida parece un
orinal de boca pequeña
rodeado de escrupulosas
salpicaduras de amoníaco
que hieden
suavemente
a feromona
descompuesta en sus
metabolitos obligatorios
como también parecen
ser las zonas
donde la veda no ha
sido decretada.
ה
La nostalgia no es la
melancolía.
Algo se pudre.
Al pie del esternón
algo se pudre
como un estómago
ulcerado.
El dolor se pudre como
una rana muerta
en el medio del
lodazal
alcoholizada e
impráctica para respirar en estenosis.
Varada,
muere como una rana
cuerpo a tierra
borracha y paranoica
sin alcanzar el salto
que siempre soñó
desde que entendió que
el foso esta abierto en algún lado
a pesar de encerrarla.
Algo se pudre en esta
sensación
o es la sensación la
que se pudre
flaca
llena de cosas flacas
pobre y flaca como un
bolsillo
descosido y perdedor
de tesoros imaginarios.
Anida una enfermedad
al pie del esternón
y entra por la sangre
con sus hebras
y llega hasta la mente
como un esparadrapo
curador que se apelmaza
en el sistema límbico.
La mente
ו
A dieta de tu nombre
con los labios cosidos por los remordimientos
con que ensaño mis dientes enseñándoles
a degustar la sangre
solo pienso en esos pretéritos hechos de obsolescencia
donde acabaron los caminos que llevan a algo.
Arrastro una piara de verbos dismórficos
verbos pobres uránicos y huraños
apaleados verbos de fondo de retrete,
vocabulario de señas
claves desintegradas
verbos asintomáticos de mí
mutágenos como un microrganismo de epidemia
que desparrama aerosoles dentro de una cueva vacía.
Dicen de los maestros
y de la estrecha codicia que provocan los fracasos
sucesivos
y la zonas de abulia en la colmena del yo.
Tallo y taño mi sangre
bajo esta escafandra de murallas.
Sólo veo mi aliento frente a mí.
ז
¿Qué negocia esta claridad en la que nieva
un plumón de penumbras?
Una codiciosa boca gris
arenosa boca gris que sonríe
sin dientes una libido lenta
trae la práctica implementación de los sollozos
y un chirrido vacío
de casa abandonada a los ratones
y a las aves que viven en tejados.
No hay árboles sembrados encima de mi pecho
no feraz
si feroz
como lo que obliga a silenciar la súplica.
No estoy en esta rampa decorada con flores
que lleva hacia el podio de los trágicos callados
por papeletas
y esqueletos en vidrio con corazones de otras piedras
rojas.
Hago en mi propio nombre un hueco
con un cuchillo agudo que horade en la clemencia
pero no extraigo nada
más
que
a mí
igual que un hueso que desentierra
un perro
ח
Las voces avanzan como un agua de acólitos
que levantan la carne
inmunizada de estandartes
rotos
plegados
quemados por el asta.
El margen queda fuera de lo práctico.
Los dejamos pasar como a una recua de mulares
que trotan por las cosas
pisoteando los papeles pequeños
que tienen escrito el nombre de los héroes.
Hay una polvareda de silencios
que nos cubre la lengua
como un hábito de obediencia moral
y rebeldía
que por fin agoniza en un plato de hambre.
Cierro los ojos.
Los demás me imitan imitar la ceguera
de la resignación.
ט
Rehuye las instancias donde todo está mal
y busca colchones y edredones cálidos
como una amorfa cosa friolenta
que lentamente se transforma en gata
de uñas intencionadas
y de lengua áspera de difícil caricia.
En su mirada
hay un hito de equívoco y una condecoración.
En su pecho
un espacio sin hijos y un ruido de electrodoméstico.
La soledad se acaba como un plaga bíblica
que cae desde un puente
sobre la periferia de una ciudad que arde.
La distancia se nos parece como la soledad
en este viejo universo sin planetas.
Enemigos de piel
jirón del otro como un pendón quemado
que las manos arriaron en los días de viento
permanecemos
hundidos como piedras
perdidos como pasos
acumulando días que no quedan mañana.
Somos un mal congénito que espera renacer
sin pedir nada más que renacer
donde se pueda.
Estoy fuera del viento
como un bicho sin alas que planea en su sombra
y grazna
lejos de la virtud del aire libre
y de las cosas que palpitan.
Vivo en mis cosas muertas lo mismo que un parásito gordo
que encontró su verdad
y está contento.
Nadie se acerca a las calles oscuras
donde se roba
donde se apuñala
o se negocia el último secreto indescifrable
mientras el mundo afuera
pasa
como si no estuviera en ningún lado más que en los
cadáveres.
Me gusta caminar mis laberintos
con el dolor mordido
y las manos dormidas de golpizas amargas.
Un pez resbaladizo
hecho de tiburones y de piedras limosas
me descansa en las curvas del otoño
toda el agua que traigo con tanta sangre que ha llegado
al río.
Muto de pez a pájaro
de vivo a muerto y de muerto a vivo
de subhumano a humano sobrehumano
como un raro microbio que escapó
por la puerta de atrás de su genoma.
כ
La boca involuntaria emprende un canto místico
frente a un mar que no existe.
La boca vulneraria se le ha perdido al hombre
como un niño que reza en un rincón
y es un fragmento único
como una pieza fantasma de las Tablas
que se rompe cien veces
al masticar su polvo
desertor y desierto
franca
e
inútilmente
alimenticio.
כ
Oración de la tarde del día que persigue
al que murió mañana.
¿Quién anda haciendo buches con sombras
y escupiendo en las calles
los huesos de los nombres que nadie había escrito?
Nombres de voz formal
incandescentes como crepitaciones
desmantelados
como edificios de cartas
ensobrados en tumbas sin respeto
deudos de sí mismos
como todos nosotros en el grito de deuda
que se adeuda y endeuda
lo más llano del hombre.
Reparo en la decisión de la esperanza
como un sobreviviente de alguna especie maldita y
refugiada
que ha aprendido la luz
frágil
del miedo
y a miedo se defiende.
ל
Boca al cielo veo cruzar estrellas en ramo.
Desde esta
mi forma de agujero atónito
que se ha quedado ciego como un Edipo patriótico
las veo rebotar
florecientes como novias fugaces.
Saco de huesos mudos
blanqueados con salitre y lágrima
el temblor me defiende de mí mismo
Me he vuelto hacia mi centro hipotético
asonoro
y desvestido instrumento de fanfarria.
La noche se hace luz.
Ciega la aurora
מ
La queja interminable se ha extinguido
con vocación humeante de muñeca que llora.
Ninguna otra mano le da cuerda
y queda allí
pálida como un hierro ceniciento
que el calor momifica
como un mineral nuevo, disgregable.
Nos dejamos morir con humildad de reliquia.
Asesinamos nuestra carne húmeda
fáciles de hambre
y percibimos las alas de hierro de tanto pterodáctilo
en el cielo esponjoso.
Con los ojos alzados
vamos perdiendo el rumbo de la luna
y quedamos a pie
vagamente conformes con la ración podrida
por el grito ampuloso de un demonio.
נ
¿Por qué has hecho esto de mí?
¿Esto conmigo?
¿Por qué me veo como una rata cruda
o un lánguido murciélago
o una bestia de la que nunca aprendo el nombre?
Tengo un odio recíproco al espejo.
Me vomita en los ojos
una cosa deforme que solloza improperios
mientras se muerde los dedos y los labios y el habla.
Entonces balbucea con nombres prehistóricos
tratando de encontrar sus lugares sagrados
y no puede encontrar
su propio rastro veloz ni su memoria.
¿Por qué has hecho este animal de pánico, conmigo?
¿Por qué quieres que sea
este fiero enemigo inconsolable?
ס
Acércame tu vientre.
Tráelo hasta mi boca amartillada
como la de un psicópata intratable.
¿Ves el cielo de invierno
desde tu posición de devorada estoica?
Te mastico los pliegues ampollados que crujen
y las desviaciones
y los surcos de no dejar semillas
y ese espacio vacío del que se han llevado tu corazón
amable.
No estás en la rutina de mi sexualidad
ni en la rutina de mis gritos de rabia
ni en el vacuo silencio
con que busco tu ojos a través de mis pequeñas nieblas
con espíritu de faro
roto.
Tu resistencia de oveja mutilada
a espaldas del rebaño
me vuelve acongojado como un niño que huye de su madre.
ע
He dejado el ayuno y aquí estoy
como un único estómago
que te observa mutando en un olivo seco
entre pasiones
y piedras de amolarlas.
Vamos muriendo juntos desde el vértice fiel
como cuchillos viejos que se oxidan
o alimañas vecinas que se corrompen por la misma peste.
Una constancia de seguir sin piedad nos aproxima
a un unísono múltiple
devastador
inútil por equivocadamente unívoco.
Nadie solloza en vano por nosotros.
Ni siquiera nosotros
recordamos si existe un poder en la lágrima.
Te devoro
y nadie nos escucha ni reza ni predica.
Te devoro
así desnuda de silencios como un trauma.
פ
La rabia se apartó de nosotros como un viejo abanico.
Detrás
nuestros rostros teñidos sudan sangre
y en los labios
hay un resquebrajamiento de plegarias.
Las escupimos encima de los muertos
como restos de comida que se atascó en los dientes
a los que también escupimos
y nos vamos quedando
desdentados
y envejeciendo como animales de zoo de ojos pálidos.
Pateamos restos ajenos y cuando giran
llevan nuestro rostro
camuflado
patético
escupido.
Estamos insertados los unos en los otros
y fuera de la vida
astronautas de polvo que el espacio rechaza hacia la nada
como a todas las sobras.
צ
Es el horario de los discursos y de las arengas.
No me encuentro la voz
ni el corazón me encuentro
ni encuentro mi garganta en este cuello que transpira
fósforo.
Entonces
dejo que hablen los otros
los que odian más que yo
o temen más que yo.
Cómplice de las cosas me limito a la complicidad.
Tengo la espalda atada a la ansiedad de las piedras
y un tumulto
en los lápices que rasgan el papel.
Dejo que hablen los que odian o temen más que yo
y
ni siquiera
puedo escribir qué dicen acerca de los muertos.
Creo que es porque no dicen nada.
ק
Luego pienso que haría con tu cadáver
si tu cadáver fuera un cadáver amado
y tuviera que recogerlo de la calle.
Tu cadáver de virgen brusca
de vírgen anoréxica y liviana como un cadáver de pájaro.
Pienso.
Si fuera tuyo algún cadáver
y yo tuviera que levantar sus pedazos con mis manos de
despedazar
¿qué haría con tus pies amputados
o con tus ojos contemplativos
o con tus trozos de hueso?
Si fuera tu cadáver un cadáver amado en un calle
y yo tuviera que levantarte con mis brazos de cíclope
contra mi pecho de inválido
y correr con tu sangre salpicándome los labios
entreabiertos
¿regresaría al miedo de estas horas en que salto
cadáveres ajenos
o estaría así
paralizado de rodillas
escondiendo mis armas y mis lágrimas y mis ganas de dejar
de vivir?
Pero tu cadáver esta vivo en los mundos que aún siguen a
salvo
Ápice de lamed.
Curva de tzadi.
Pregunta de guimel.
Y todo este equipaje de mi boca
llegando desde el puerto de los muertos
con un arma de ángeles y pinos.
Nieva sobre la piel del resquemor
una paz de ladrillos
un escozor de púa que cimbrea pañuelos rotos
y pechos de pájaros
que se van resecando como todos los pechos
cuando sufren.
Nos alejamos en botes de pescador de algas
y las buenas riberas
son apenas puntos y renglones
de un mapa todo mar donde no hay islas
en que recoger agua.
Un largo mar de espanto que se enciende
como el fuego de un trueno
que la conciencia olvida.
Qué soledad en pie se lleva el rumbo.
(Del libro: Sistema límbico (otros holocaustos) - ed. 2013 - traducción del hebreo)
NO POETA-NO POEMAS
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