Lo
miraba desde el revoltijo porque la cama había quedado transformada como en un
montón de vientos que sin saber hacia dónde dirigir sus cardinales acabaran por
revolverse unos con otros en círculos deformes de intensidad diversa y lo veía
así, parecido a esos vientos de sábanas pero como un preso nocturno que midiera
con sueños la aparcada soledad de una celda que no tiene más paredes que las
que él, como preso ahí, en su propia vorágine, era capaz de conceder a un
futuro que ha abandonado los presentes en manos del ayer de los olvidos, porque
en las paredes de no dibujar los olvidos ni los presentes se acumulaban días
como aquel y noches como aquella, donde él dejaba los vientos revueltos de la
cama y buscaba en el aire otros vientos que traerse a las manos para donarles
pájaros que instruyeran al sol sobre el futuro, que no hay, que no existe, que
sólo queda en mi imaginación, decía, sin volver los ojos pero sabiéndose
escuchado desde adentro, desde la cama y él ahí, afuera, en la desnudez tan
desnudo como una estatua griega y vieja en el fondo de un parque, cuarteada,
decía, como el alma cuando no ves futuro y el presente parece siempre ese mismo
pasado que se replica sin saciedad, aunque, desde la cama y contra la furia
verde de la noche, el cuerpo desnudo fuera una talla álgida de estrellas que
brillaban como gotas de sudor perfumado por la acritud de la desesperanza
porque él estaba hecho con desesperanza como otros están hechos con tedio o con
indiferencia o con laboriosidad o con quejumbre, pero él, él era de la
desesperanza sin quejumbre, sólo de la desesperanza como si la esperanza se le
hubiera caído de la vida al nacer, se le hubiera desprendido como una placenta
que nunca hubiera sido capaz de nutrirle el hambre de alegría y entonces,
cuando los demás lo veían, estaba así, huérfano de esos verdes que no le
llegaban a él por esa noche verde y que sin embargo desde la cama se veían
pegándosele a la carne desnuda, al cuerpo seco de animal no regado, como
intentos de la esperanza por darle algún harapo que le apartara de ese gesto
huérfano de los que han perdido el futuro en el revoltijo de vientos del
presente al que el pasado no es capaz de abandonar.
Apendicitis crónicas (las páginas colgantes)
TEORÍA DE LA PROSA - IRRESPONSABILIDAD DEL VERSO - IMAGINACIÓN DEL ENSAYO - INCERTIDUMBRE DE LA REFLEXIÓN
Y afuera ¿qué?
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Poema 2
en el viento asediado de vacío
vivo como una rama,
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esa vela tendida."
Julio Cortázar