Observo tu lugar con esta migratoria voluntad de molinos y esta amansada ferocidad de bestia uncida,
de oso milenario al que ha capturado un circo pobre.
de oso milenario al que ha capturado un circo pobre.
Siempre estás, cuando llego con la zarpa y el canto
en mi deriva de hambre,
en mi poca alegría
que sonríe a veces con tu nombre de panal herido,
de laborioso panal herido
que enjambra nuevamente su defensa.
en mi deriva de hambre,
en mi poca alegría
que sonríe a veces con tu nombre de panal herido,
de laborioso panal herido
que enjambra nuevamente su defensa.
Hay días en que me pregunto por tu refugio pálido
como si fuera un andén debajo de la lluvia
que siempre espera un tren
en el que solamente viaje gente buena.
como si fuera un andén debajo de la lluvia
que siempre espera un tren
en el que solamente viaje gente buena.
Espero verte entre la multitud de la estación vacía
y
espero,
en realidad,
ese gesto constante que de un andén a otro
hacen tus ojos
de porcelana cálida,
cotidiano,
sensible,
palatable.
Tu gesto.
Una bandera, una señal de humo atada con pañuelos,
algo en la lejanía, siempre allí,
es eso que me ayuda a descubrir esta ausencia de soledad total
aunque haya despedidas en mis puertos
y silencio de radio en mis congojas.
algo en la lejanía, siempre allí,
es eso que me ayuda a descubrir esta ausencia de soledad total
aunque haya despedidas en mis puertos
y silencio de radio en mis congojas.
De andén a andén, un gesto. Alguien me ve.
Escoltando los niños hasta la escuela (Sudán del Sur) |
En este espacio-tiempo
hay un orden secreto para todas las cosas,
una mano que rige sin promesas ni dádivas
el latido del aire.
Hay una indisciplina de la tierra
y sus hombres de barro.
Es una indisciplina reclamada
como un fruto ancestral, siempre infecundo,
cuando semilla sobre el porvenir.
En este sitio anónimo
ausente de cualquier titular en las noticias,
inexistente en todos esos mapas que dan la vuelta al mundo
vivo como una mata,
un cereal estepario devorado por animales negros
y famélicos
y estoy aquí por vocación de espiga,
por obstinación de vegetal desértico
que habita en su vigilia de rebrotes
como en un muro habita el tesón de la piedra.
Por qué me siento bien en los desastres
es para mí una incógnita.
Pero es la realidad, mirada adentro.
Creo que ya no llego ni a decírtelo
dentro de esta hondonada de trinchera.
Pero perduro ¿ves? Siempre perduro.
Desmovilización de niños soldado (RCA) |
Un bálsamo suicida me acorrala con su profunda fe,
a mí, que he desafiado al mundo en mi porfía como un animal ciego,
un animal obtuso y mal herido, tremebundo animal que se alucina
con sus propias verdades.
Alguien me habla de paz mientras me escucha hablar solo de guerra
y por mi sangre mata sus palomas y aligera la luz enrojecida
mientras yo voy de callo en callo, amurallando el alma con revoque
que blinde mi universo.
Mi universo no es esto que se ve. Esta perpetua inconclusión en guerra
que elige la violencia como causa de redención profunda
en una humanidad que ha combatido contra su propia entraña, diariamente,
y que aún no resuelve sus idiocias.
Cuando me nombra un animal de láudano, sonrío
con mi absoluta fe contradictoria en las causas perdidas
y redoblo
la paradójica apuesta de los muertos
a que existe otra vida.
No sé qué hace mi boca con tu voz
pero tu voz se lleva las palabras extrañas que me surgen
igual que manantiales purulentos.
Soy imposible de purificar, en esta sintonía oscurecida,
pero el absurdo resuelve el teorema,
con su simplicidad de certidumbre.
Tu boca, compañera, me hace bueno,
así, tan mansamente,
como un poco de sol sobre la página donde garabateo las derrotas.
(No poemas de Aivan Jaid. Del libro Quemaduras y otros algoritmos - prosas atrapadas)