Apendicitis crónicas (las páginas colgantes)

TEORÍA DE LA PROSA - IRRESPONSABILIDAD DEL VERSO - IMAGINACIÓN DEL ENSAYO - INCERTIDUMBRE DE LA REFLEXIÓN

Peces

Image by Hiếu Đặng from Pixabay

Sostengo un diminuto pez de ámbar y en mis manos hay luz. Se hace la luz.

El pez navega por el puerto seguro de mis brazos. Retoza en la bahía del sostén y vuelve a sumergirse. Nada allí.

Tiene ojos eslavos  como el cristal de un cielo migratorio que interroga mis ojos, tan duros y terrestres y fósiles que los concibo una piedra bruna. Nos miramos a través del agua y el agua nos envuelve.

Mi pez de ámbar me rodea. Gira a mi alrededor y yo giro también. Es una danza en la que mi pez ríe. Danza y ríe. Gira y ríe. Se sumerge y al emerger, ríe.

Restrinjo sus contornos con mi cuerpo para que no se aleje. Nos sumergimos y danzamos un poco bajo el agua, tomados de las manos.

Mi pececito es un pez liviano, un esbozo incipiente de sirena, que bajo el agua tiembla y aletea como si fuera un pájaro. Un pájaro blanquísimo, que cuando quiere se transforma en ese pez que comparte conmigo, ahora sobre el agua, la cáscara del sol.

Llueve sol sobre el agua en la que nosotros nos hacemos líquidos y mágicos. Brillantes. Invencibles.

Nadamos suavemente. Jugamos con los rayos de sol. Tejemos aventuras amarillas con el cuerpo y las manos. Luego volvemos a la superficie. Regresamos, sanados, a un mundo diferente de ese mundo donde conseguimos ser felices, acurrucados en el tiempo del agua. No hay abismos en el espacio tibio que abandonamos con pereza animal. No hay abismos ni hay ausencia de oxígeno, sino una paz antigua, transparente, que nos recupera. En el agua, la vida no da miedo.

Mi pez de ámbar ahora es una sirena diminuta que me habla en una media lengua sirenaica. Sé que no quiere abandonar ese mar constreñido en la piscina y en el que los dos podemos ser inmensamente libres.

La envuelvo en la toalla como si la raptara y su cabello es un ala espumosa que gotea sobre mis manos, tan enormes y torpes, que no saben cómo sostener su brevedad de joya.

—Yo solita …—me dice, mientras quiero vestirla y volver una niña de tierra a esa sirena— Yo solita, papá.

De cualquier modo, tengo que ayudarla. Las sirenas no entienden bien la ropa de los hombres y se ha puesto la bermuda al revés.

Cuando llegamos de regreso a casa, se ha dormido en el asiento de la camioneta.

La cargo y en mis brazos vuelve a ser un pez mágico, hecho todo de luz, que obliga a huir a mi vieja oscuridad.

No sé por qué, de mis ojos se desprende una lágrima.

 

Participan en este sitio sólo escasas mentes amplias

Uno mismo

En tu cuarto hay un pájaro (de Pájaros de Ionit)

Un video de Mirella Santoro

SER ISRAELÍ ES UN ORGULLO, JAMÁS UNA VERGÜENZA

Sencillamente saber lo que se es. Sencillamente saber lo que se hace. A pesar del mundo, saber lo que se es y saber lo que se hace, en el orgullo del silencio.

Valor de la palabra

Hombres dignos se buscan. Por favor, dar un paso adelante.

No a mi costado. En mí.

Poema de Morgana de Palacios - Videomontaje de Isabel Reyes

Historia viva - ¿Tanto van a chillar por un spot publicitario?

Las Malvinas fueron, son y serán argentinas mientras haya un argentino para nombrarlas.
El hundimiento del buque escuela Crucero Ara General Belgrano, fue un crimen de guerra que aún continúa sin condena.

Porque la buena amistad también es amor.

Asombro de lo sombrío

Memoria AMIA

Sólo el amor - Silvio Rodríguez

Aves migrantes

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Feria del Libro de Jerusalem - 2013

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Café literario - Centro de convenciones de Jerusalem

Acto de fe

Necesito perdonar a los que te odiaron y ofendieron a vos. Ya cargo demasiado odio contra los que dijeron que me amaban a mí.

Irse muriendo (lástima que el reportaje sea de Víctor Hugo Morales)

Hubo algo de eso de quedarse petrificado, cuando vi este video. Así, petrificado como en las películas en las que el protagonista se mira al espejo y aparece otro, que también es él o un calco de él o él es ese otro al que mira y lo mira, en un espejo que no tiene vueltas. Y realmente me agarré tal trauma de verme ahí a los dieciseis años, con la cara de otro que repetía lo que yo dije tal y como yo lo dije cuarenta años antes, que me superó el ataque de sollozos de esos que uno no mide. Cómo habrá sido, que mi asistente entró corriendo asustado, preguntándome si estaba teniendo un infarto. A mi edad, haber sido ese pendejo y ser este hombre, es un descubrimiento pavoroso, porque sé, fehacientemente, que morí en alguna parte del trayecto.

Poema 2



"Empapado de abejas
en el viento asediado de vacío
vivo como una rama,
y en medio de enemigos sonrientes
mis manos tejen la leyenda,
crean el mundo espléndido,
esa vela tendida."

Julio Cortázar

Mis viejos libros, cuando usaba otro seudónimo y ganaba concursos.

Mis viejos libros, cuando usaba otro seudónimo y ganaba concursos.
1a. edición - bilingüe